Día 7 y la Guerra de Troya

Han pasado ya unos días desde que los griegos y troyanos mortales se declararon la guerra. Los dioses también nos hemos divido en favor de los unos y los otros. Yo he optado por el bando troyano y lucho a su favor. Es aquí donde comienza la historia que vengo a contaros hoy: los griegos habían decidido reunirse en Áulide para enfrentarse a los troyanos. Agamenón, jefe de los griegos, provocó mi cólera por haber matado a un ciervo en mi bosque sagrado y jactarse de que era mejor cazador que ello (es irónico que los hombres sigan pensando que son mejores cazadores que yo teniendo en cuenta que mato a todos aquellos que lo dicen). Me enfurecí, y para además ayudar a los troyanos, detuve los vientos y exigí el sacrificio de Ifigenia, la hija virgen del rey, antes de que partiese la flota. Agamenón cedió al sacrificio, pero, según me han dicho mis ninfas, en el último momento sustituyeron a Ifigenia por un ciervo y se la llevaron misteriosamente a Táuride para que fuera mi sacerdotisa. Ya iré más adelante a comprobarlo.


Artemisa

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