Día 1 en Delos

Parece ser que mi hermano gemelo y yo hemos ocasionado algunos problemas. Para que me entendáis, empezaré por el principio.
Mi nombre es Artemisa (o Diana en latín, como prefiráis) y soy hija del dios de los dioses, Zeus, y de Leto. Al parecer, mi padre mantenía una relación con mi madre a espaldas de su esposa, Hera. Tal fue la furia de Hera cuando descubrió que mi madre estaba embarazada, que, según me ha contado Higinio, le prohibió dar a luz en cualquier lugar donde iluminara el Sol. Además, envió a la serpiente Pitón para que asesinara a mi madre durante el parto. Por suerte, mi padre envió al viento Bóreas para que recogiera a mi madre y la llevó junto a Poseidón, que a su vez le llevó a la isla de Ortigia y la cubrió con una bóveda formada por sus olas. Allí, sin contravenir la prohibición de Hera, mi madre me dio a luz. Desde allí, le ayudé a cruzar el estrecho hasta la isla de Delos. Llevamos ya nueve días aquí esperando a que mi hermano Apolo nazca y... esperad, creo que es el momento. Sí, mi madre se ha agarrado a un olivo junto a una palmera y tiene una expresión de dolor bastante grande. Voy a ayudarla, os seguiré manteniendo al día de los acontecimientos.




PD: no sabéis las increíbles vistas que tengo desde aquí del monte Cinto. Menudo lugar más bonito para dar a luz. Creo que decretaré esta isla sagrada y no permitiré a nadie nacer ni morir aquí.

Artemisa

Día 2 con mi padre

Me alegra deciros que todo ha salido bien y mi hermano Apolo y yo ya estamos a salvo, al igual que mi madre. Hoy ha venido nuestro padre a visitarnos y nos hemos retirado a un rincón de la isla para hablar.

Me ha dicho que, como hija suya, soy una diosa y que me iba a conceder los deseos que quisiera. Tras mucha reflexión, le pedí seis deseos: permanecer siempre virgen; tener multitud de nombres para diferenciarme de Apolo; ser la Phaesporia o "Dadora de Luz"; tener un arco y flechas y una túnica hasta las rodillas para poder cazar; tener sesenta "hijas de Océano", todas de nueve años, para mi coro, y veinte ninfas amnisíades como doncellas para que cuiden de mis canes y mi arco cuando esté descansando. Creo que no es demasiado ya que no le he pedido que me dedique ninguna ciudad. Pero sí que le he rogado que me dejara gobernar sobre las montañas y que me diera el poder de ayudar a las mujeres en los dolores del parto.
También he estado pensando mucho en lo que las Moiras han elegido que sea: creo que ser comadrona, porque he ayudado a mi madre en el nacimiento de mi hermano y soy muy pequeña. Supongo que si esto es así, todos aquellos que me acompañen a partir de ahora deberán permanecer vírgenes cueste lo que cueste. Lógicamente, yo también lo haré.
Para terminar con esta entrada, sabed que Zeus me ha otorgado como símbolos el arco y las flechas de plata, el perro de caza, el ciervo y la Luna. También me ha dado el poder de producir pestes y la muerte súbita entre los mortales y también el de curarlos. Protegeré a los niños pequeños y a todos los animales que maman.

Artemisa

Visita a los Cíclopes

Disculpadme, no terminé de contaros lo ocurrido ayer tras la visita de mi padre.
Una vez Zeus me otorgó mis atributos y cumplió mis deseos, fui al monte Leuco de Creta y luego al océano, donde elegí de acompañantes a numerosas ninfas de 9 años. Después, por invitación del dios Hefesto, visité a los Cíclopes de la isla de Lipara y los encontré forjando una gamella para los caballos de Poseidón. Brontes, quien había recibido la orden de hacer todo cuanto deseara, me tomó en sus rodillas y me acarició. No me gusto nada, así que le arranqué un puñado de pelo del pecho que seguramente no le vuelva a crecer nunca. A mis ninfas les aterrorizó el aspecto salvaje de los Cíclopes y el estrépito de su fragua, y con razón, pues siempre que una niña es desobediente su madre le amenaza con Brontes, Arges o Estéropes. Pero audazmente les pedí que abandonaran por un rato la gamella de Poseidón y me hicieran un arco de plata con una aljaba llena de flechas. A cambio, les dejaría comer la primera presa que cazase.
Una vez conseguí que terminaran mis armas, fui a Arcadia y Pan me dio tres sabuesos de orejas gachas, dos abigarrados y uno moteado (capaces de arrastrar leones vivos hasta sus perreras) y siete sabuesos rápidos de Esparta.
Entrada la tarde, capturé vivas a dos ciervas cornígeras y las uncí a mi carro de oro para que me llevaran al norte por el monte Hemo de Tracia. Allí, corté mi primera antorcha de pino en el Olimpo misio y la encendí con las pavesas de un árbol derribado por un rayo. Después probé mi arco: mis dos primeros blancos fueron árboles, el tercero una fiera y el cuarto una ciudad de hombres injustos. Ya de noche volví a Grecia, donde las ninfas amnisias desuncieron mis ciervas, las almohazaron, las alimentaron con el trébol de crecimiento rápido de la dehesa de Hera que comen los corceles de mi padre y les dieron de beber en gamellas de oro.
Fue un buen día.



Artemisa


Día 3 en el bosque

¡No sabéis lo increíblemente enfadada que estoy! ¡Está claro que una ya no puede tener intimidad!
Veréis, el otro día me encontraba en el bosque en compañía de mi coro de ninfas cuando el príncipe y cazador tebano Acteón apareció de la nada y me vio. Por suerte, mis queridas ninfas le descubrieron y me escondieron rápidamente. Me he disgustado tantísimo porque me haya contemplado desnuda que le he salpicado con agua el rostro y le he transformado en ciervo, tras lo cual he incitado a sus propios sabuesos a que lo atacaran. ¡Lo han destrozado vivo sin siquiera saber que era su dueño! Eso le pasa por mirar donde no debe. 
Además, se había dedicado a alardear de ser mejor cazador que yo. ¿Pero quién se creía que era?
Menos mal que por fin ha recibido su merecido.

Artemisa

Día 4 y la primera traición

Pensaréis que soy una diosa horrible por lo que le he hecho a Calisto. Lo siento mucho, pero una ninfa no puede estar a mi lado si ha perdido su virginidad. Os cuento: hace unas meses, Calisto se fue a dormir sola porque estaba agotada tras la caza. Durante la noche, Zeus (mi padre, sí) apareció de repente y la sedujo. Ella lo mantuvo en secreto todo lo que pudo, pero un día mientras nos bañábamos noté como estaba en cinta. Encolericé tantísimo en ese momento que mi primer impulso fue expulsarla. De esa manera, la dejé expuesta a los celos de Hera. Cuando Calisto dio a luz a Arcas, Hera descubrió la infidelidad de su marido Zeus y transformó a Calisto en osa. Arcas mató a su propia madre con una flecha y así Calisto se ha convertido en la constelación Ursa Mayor, la Osa Mayor. Hay también quienes dicen que Zeus mismo acogió a Calisto en el Cielo, poniendo su imagen entre las estrellas.



Artemisa 

Día 5 y el fin de los Nióbides

Hoy os cuento lo que ha ocurrido con Níobe, esposa de Anfión el rey de Tebas. Es hija de Tántalo y nieta del Titán Atlas. Ha osado jactarse de ser mucho más afortunada que mi madre Leto porque ha tenido ya siete hijos y siete hijas (a ellos normalmente se les llama los Nióbides) y mi madre solo nos ha tenido a Apolo y a mí. Mi madre se ha enfadado muchísimo y nos ha pedido a mi hermano y a mí que matáramos a sus hijos para castigar a Níobe. Yo he matado con mis flechas a las siete muchachas y Apolo a los siete muchachos. Ya no queda ningún descendiente de Níobe y Anfión. Dulce venganza.


Artemisa

Día 6 y el supuesto gran cazador

Un tipo llamado Orión que además se creía buen cazador ha intentado violarme. Estoy que no quepo en mi asombro. ¿Cómo puede un simple mortal creerse capaz de tocar a una diosa? Quería que su muerte fuera sangrienta y desagradable por lo que había osado hacer, de manera que produje un escorpión de la tierra para que le desgarrara y aguijoneara brutalmente. Una vez muertos, las fuerzas estelares del Olimpo les transformaron a él y a su perro en las constelaciones Orión y Sirio respectivamente.


Artemisa